martes, junio 01, 2004

Segunda noche ¿a pie?

Las órdenes del general eran realizar todo el trayecto a pié, sin embargo, él no iba a sufrir ninguno de nuestros padecimientos, amparado en la comodidad de su bunker, amén del apremio ante la proximidad del despegue.
Ya saliendo del poblado, Uriel se entretuvo, embelezado, observando una tropilla de caballos que trotaban por un campo.
Tan absorto en su fascinación se hallaba, que logró contagiarnos uno a uno, hasta que, todos, caímos bajo el influjo de sus cavilaciones, y no sé si llamarlo telepatía o ansiedad mutua, de pronto surgió una idea generalizada en nuestras mentes: ¿Quién podría enterarse en estas soledades si decidiéramos utilizar un medio de transporte?
Todos nos miramos al unísono, con las cejas encumbradas, y de pronto, una sonrisa cómplice se dibujo en nuestros rostros. Aprobado, sin decir palabra todos habíamos votado y emprendíamos una entusiasta carrera hasta la tienda emplazada dentro del campo.
Después de una confusa interacción con el dueño de los equinos, logramos hacernos entender y nos alquiló por pocos yuanes, sus mejores animales, con la condición de que lleváramos con nosotros a su hijo kalim, quien regresaría con la tropilla. Nuestras extremidades nos agradecían, aunque otras partes de nuestro cuerpo se quejarían más tarde. Esto no lo sabían mis superiores, ahora se estarán enterando, pero ya no tiene importancia.
Esta decisión nos ahorró varias horas, dándonos la libertad de trazar mejor nuestros mapas, y llegar a tiempo a Turfán para tomarnos un descanso en el hotel Oasis, luego de despedirnos de Kalim.
Habíamos atesorado unas cinco horas y nos disponíamos a depositarlas en un entidad bancaria de nuestra simpatía: las placenteras literas del mencionado hospedaje.
El último trayecto de 45 km hasta Gaochang, estaba proyectado se realizaría en la mañana, con el fin de observar mejor los alrededores del almacén escondido.
Debíamos hacer contacto con Asumi Tai, en un taller de sombreros en las afueras de Turfan, para recibir las últimas directivas y camuflarnos usando vestimenta local, para no llamar la atención.