miércoles, mayo 05, 2004

El primer viaje.


El primer viaje.

El 8 de agosto de 1985 debería estar todo preparado para el primer viaje, éste debía realizarse en un sitio lo suficientemente alto pues de este modo Hemakatl podría alcanzar la elevación necesaria para curvar el espacio-tiempo sin afectar el equilibrio magnético de la Tierra, ya que de no ser así se producirían terremotos. (Hoy gracias a la tecnología que nos aportaron en el futuro, ya no es necesario)
El lugar elegido para posar el Hemakatl era el monte Bogda Fen, en la Región autónoma uigur del Xinjiang, región administrativa con rango de provincia de China, situada en el extremo noroeste del país.
Todo el instrumental, personal técnico y científico, tripulación y despiece de la nave comenzó a transportarse desde Shanghai hacia Urumqi, a unos 60 Km del monte en cuestión, el 7 de Enero del 85.
Mi grupo no participó del montaje y ensamblaje del Hemakatl, ya que fuimos confinados a entrenamiento intensivo en el desierto de Takla Makan o Taklimakan, distante unos 300 Km. de Urumqi, sin otra diversión en esos eternos meses que alguna escapadita al río Tarim, para pescar salmónidos o visitar las poblaciones costeras a bordo de una balsa improvisada con barriles vacíos de combustible -un agradecimiento especial a Yin Liu y su familia que nos rescató de una ciénaga en Lop Nur, cerca de la falda septentrional del macizo montañoso Altun Shan.
El río Tarim penetra en la región rodeando el Lop Nur, y cuando se inunda forma, a su vez, un lago poco profundo. Sin embargo, cuando el río se seca, el nivel del lago baja y subsisten apenas pequeñas lagunas en el interior de la gran depresión pantanosa. Los fuertes vientos del este y del noreste, llenan de arena una parte del lago formando ciénagas. La desgracia fue haber caído en una de ellas, la suerte: la presencia de esta gente en el lugar y su presteza para rescatarnos.
En otra de nuestras incursiones por el salitroso y alcalino río Tarim descubrimos con extrema sorpresa que los peces flotaban de costado, luego caímos en la cuenta de que flotaban así porque estaban todos muertos, qué podría haber producido esa mascre...
Unos días después nos enteramos que el gobierno chino practicaba pruebas nucleares por esa zona. Esto lo explicaba, desde ese momento no volvimos a pescar, aunque creo que si lo hubiéramos intentado, seguramente no habría ni espíritus de peces a lo largo de los 2100 km de río.

El primer viaje (continuación)


El primer viaje (continuación)

El entrenamiento resultó extenuante, nos levantábamos muy temprano: 5 AM, antes del frugal desayuno a base de arroz u otra legumbre parecida a la soja, hervido y sin sal, y té verde de un sabor que no se conoce en occidente, debíamos trotar durante una hora bajo el helado viento y la arena del desierto que, aunque usábamos ropas de abrigo impermeable, pasamontañas, turbantes, antiparras y todo lo que teníamos a mano, para protegernos; igualmente lograba incrustarse en nuestra piel sensibilizada por el frío, generándonos pequeñas heridas cuyo escozor resultaba insoportable por las partículas de sal que eran arrastradas por el viento junto con la arena.
Luego nos dábamos un baño caliente y nos aplicábamos un bálsamo casero a base de aceite de yak (especie de buey tibetano), que nos había dispensado un monje budista en la ciudad de Korla. El yak salvaje, considerado especie amenazada, es un animal robusto, cuyo cuerpo está cubierto por un pelaje castaño casi negro, largo y espeso. El aceite que se obtiene de sus grasas tiene muchos usos en las mesetas y montañas de Asia central, donde el clima es frío y seco.
También su carne fue uno de los majares que consumimos una vez por semana mientras duró el entrenamiento, los demás días la pasábamos a arroz con mantequilla de yak o requesón que se obtiene de la leche del mismo bóvido.
Nuestras mantas de cama estaban hechas también con pelo hilado del mismo animal, muy abrigadas por cierto, más aún que las térmicas que nosotros portábamos.
A las 10 AM después de asear nuestras dependencias y prendas, empezaba la parte teórica del entrenamiento hasta las 04 PM. De allí pasábamos a los distintos simuladores hasta las 07 PM hora de la cena. Luego, la mayoría estudiábamos hasta quedarnos dormidos, algunos jugaban ajedrez o naipes o improvisábamos algún concierto de entrecasa. Eso, si el coronel estaba de buen humor, porque de no ser así, nos tenía cavando trincheras, inservibles, para ningún propósito toda la noche; y quien haya cavado en arena alguna vez, sabe lo fatigosa y molesta que es esta labor, sobretodo con vientos que no bajaban de los 60 Km./h.