Después de haber desafiado a los demonios de Taklamakan en nuestro entrenamiento y haber salido con vida, estábamos más que preparados para recorrer estos tortuosos 150 km hasta Gaochang en la depresión del Turfan.
Nuestra base se encontraba a los 43º 49’ de latitud Norte y 88º 21’ de longitud Este y debíamos llegar a los 42º 58’ N; 89º 10’ E. Para ello contábamos con el GPS, pero quién nos aseguraba que éste sistema existiera en el futuro, por tal motivo cada uno de nosotros debía dibujar un mapa, a su manera, tomando nota de todos los accidentes geográficos del camino que, a nuestro juicio, pudieran perdurar en el tiempo. El uso de la brújula podría haber sido útil, pero tampoco queríamos arriesgarnos ante la posibilidad -remota sí, pero no inexistente- de un cambio en el equilibrio giroscópico del planeta, en la época del “desembarco”.
Para sortear el calor y los vientos ardientes viajamos de noche como lo hacían las antiguas caravanas de mercaderes. Éstos, se enfrentaban con igual pavor a las leyendas que hablaban de monstruos que a las altas temperaturas, a pesar de esto, solían viajar de noche aunque los espíritus malignos fueran más activos.
Dos largas noches nos tardamos en llegar a Turfán, legendario oasis de la Ruta de la Seda. Esta región es exactamente el centro de Asia, el punto del mundo más alejado del océano. Es sorprendente descubrir que todo este desierto se encuentra por debajo del nivel del mar, es una de las depresiones más profundas del mundo y el lugar más caluroso de China. Sólo superada por la depresión del mar Muerto, en cuanto a profundidad.
Llamada Huozhou, Tierra de Fuego, en la antigüedad; Turfan sería un lugar inhóspito de no ser por los karez, una de las obras de ingeniería más geniales del mundo. Los karez son una red de túneles subterráneos de varios kilómetros de longitud que traen el agua de los cerros cercanos.
Gracias a estos canales construidos hace muchos siglos (algunos fueron construidos hace más de 2000 años); Turfan es un verdadero oasis. Hay cerca 500 y todos juntos suman más de 1.600 kilómetros de túneles, todos excavados con el desnivel justo para llevar el agua de las montañas a los campos. Algunos llegan a medir más de 40 Km.