Liando los bártulos: un poco de logística.
Disponer de recursos en un futuro incierto era otra de las previsiones a tener en cuenta, un buen equipaje nunca estaba de más, sobre todo no teniendo referencia alguna sobre nuestro sitio de “aterrizaje”.
Hemakatl no disponía de espacio suficiente para albergar todo el bagaje que podríamos necesitar para cubrir todas las eventuales situaciones que se nos pudieran presentar en un futuro incierto.
Por este motivo, los organizadores de esta ostentosa empresa decidieron ordenar a los científicos buscar una solución en este tema.
Y no se hicieron esperar, luego de múltiples estudios y enfervorizadas discusiones, llegaron a la decisión de ocultar en tierra los bultos, lógicamente, el lugar debería estar cerca del sitio de aterrizaje y presentar ciertas características tendientes a la mejor conservación de los objetos, amén de no despertar curiosidad a los potenciales saqueadores.
El terreno elegido para almacenar furtivamente nuestros enseres fue un lugar prácticamente inaccesible, en las ruinas de Gaochang.
Gaochang, ciudad fantasma al pie de las Montañas Ardientes, fue la metrópoli de un pequeño reino en el desierto en el que existían monasterios budistas y escuelas de ética china. Gran parte de la ciudad antigua está completamente destruida.
Como es de suponer, nosotros, los viajeros, debíamos poder llegar hasta este lugar con los ojos cerrados, tanto es así que nos vimos obligados en los días sucesivos a recorrer el trayecto desde el punto de despegue hasta allí, varias veces, primero en helicóptero, luego en un todo-terreno, después a pié...